


"LA VI POR JARAGUA"
La vi por Jaragua pintores no la pintan (bis)
y es Anacaona la tropa mía (bis).
Pueblo de las Matas vengan a ver (bis),
la tropa la tropa Anacaona Trabajando por el bien (bis).
Cumpliendo su misión, la gaviota esta volando (bis)
La cuervo con su pico, siempre esta cantando (bis)
Y el halcón con sus ojos, sigue. vigilando (bis)
La paloma mensajera, permanece trabajando (bis)
Y la Toro con sus cuernos, vive luchando (bis )
Todas las patrullas viven en armonía (bis)
Y es porque Anacaona es la Tropa mía (bis )
Anacaona 97, Anacaona 97, Anacaona 97.


|
|
"FUE
ANACAONA"
Fue
Anacaona una reina valiente (bis)
que con su valentía organizó su gentes (bis)
mostrando su amistad Ovando la engañó (bis)
Muriendo ahorcada y en su pueblo padeció (bis)
En nuestra tropa su nombre siempre está (bis)
y en nuestra bandera su rostro siempre va. (bis)
Rindiendo su honor, el cuervo está sonriendo (bis)
y el águila con sus garras su gloria defendiendo (bis)
la toro y la paloma cumple su deber (bis)
y la gallo y la ruiseñor cantando a la amanecer (bis)
Nuestra tropa Anacaona, con su gloria y con su honor (bis)
y en este país es la mejor. (bis)

(SI SE
COME LA SOGA)
Y si se come la Soga amarrala
con cadenas (bis )
y si también se la come pues suéltala que no hay pena (bis )
recuerda que a Caonabo lo amarraron con cadenas (bis )
y yo le digo Señores que eso si dio pena (bis)
Anacaona, lloró y no lo quiso ni ver (bis)
Resuenan los tambores ! Ven Caonabo ven (bis )
Ella vive en Jaragua por eso la recordamos (bis)
Y es que en nuestra tropa nos queremos como hermanos (bis)
Anacaona es nuestra tropa, y como ella aquí no hay otra.
La tropa, Anacaona, es la mejor de nuestra zona (bis).

( Con la Tropa Anacaona)
Con la tropa Anacaona
Hay que tener cuidao
Coro !Ay Mamá!
Hay que amarrarla con soga
Pa no vivir asustao
Coro !Ay Mamá!
A la patrulla gallo le queremos
Cantar
Coro !Ay Mamá!
que junto a la palomita
La cuervo iremos a buscar
Coro !Ay Mamá!
Y nos falta el águila que la vamos buscar que junto a La
ruiseñor nosotro vamos a ganar
La tropa, Ancaona, es la mejor de toda la zona
 |
India
y Reina Anacaona
Por Roberto Torres
Dice
la leyenda que la india Anacaona, esposa del cacique Caonabo de la
región de Managua, fue una mujer de enorme inteligencia y liderazgo
cuya valentía la llevó a organizar a toda una región en contra del
látigo implacable de los españoles, hasta perder su propia vida.
Su nombre, que quiere decir “flor de oro” en lengua Taína y que
inmortalizó Cheo Feliciano en los 70s, continúa teniendo un enorme
significado para la comunidad dominicana
Cuentan que era muy inteligente y bondadosa. Una de sus más exaltadas
virtudes fue la de poetiza. Ella se encargaba de componer los areitos
que cantaban en las fiestas de la comunidad. También la honraban su
prudencia, su gracia, sus movimientos, y el cariño que expresaba a todos
los cristianos, entre otras muchas cualidades.
Su tesoro solo estaba compuesto de una gran vajilla y otros utensilios
de la cocina y la comida, confeccionados de una madera muy negra,
tallados con preciosos motivos por los indios de Guanabá, habitantes de
la vecina isla de La Española.
Según los historiadores, al morir su heroico hermano Mayobanex, Anacaona
llamó a su cuñada Guanatabenequena, una de las más hermosas indias de la
isla, y le pidió que se hiciera enterrar viva junto al cadáver de su
amado. Era costumbre entonces, que al morir algún líder, se sepultara en
vida junto al cuerpo de aquel, su más hermosa o y/o más amada mujer.
Pero, un mal día, se establecieron en Xaraguá, los seguidores de un
colonizador español, un tal Roldán, tropa pervertida y agresiva. Sus
excesos provocaron desavenencias con la respetada cacica india Anacaona;
quien fue acusada, en venganza, por sus visitantes, de idear un plan
para acabar con los españoles.
Aunque la fama en contra de estos malhechores era grande, las tropas
españolas hicieron caso omiso de ella y partieron unos trescientos
infantes y setenta jinetes en busca del reinado de Anacaona, con el
pretexto de agradecerle las atenciones que brindaba a sus paisanos. Ella
les dio la bienvenida al frente de los más influyentes hombres de su
tribu. La festividad duró varias jornadas.
Las tropas españolas pretextaron una celebración a la europea, una
auténtica parada militar al estilo de la época, para condescender a sus
inocentes anfitriones; cuando el verdadero objetivo era acabar con los
indígenas y su reina.
Para iniciar dicha solemnidad, el mando español avanzó en arreos de
guerra hacia el local donde Anacaona y sus súbditos estaban reunidos,
que fue rodeado por la caballería, mientras la infantería tomó posesión
de los caminos de acceso al caserío.
Los honestos indios recibían el “agasajo” admirados, pero sin temor; sin
pensar que en solo unos minutos caería sobre ellos el peso de las
espadas. La gran cacica Anacaona fue apresada, la aldea incendiada, y
los que lograron escapar vivos, fueron atrapados por las llamas.
La bienhechora princesa india fue regresada en cadenas a su isla natal,
La Española, y allí fue condenada a la horca.

|