¿Existió Jesús el hombre más grande en la historia?
Por Roberto Torres
No fue ni rico pero
si Todopoderoso. Ni siquiera tuvo un hogar propio. Sin embargo, sus
enseñanzas han influido en millones de personas. Ahora bien. ¿Fue
Jesucristo un personaje real? Veamos la opinión de algunos especialistas
en la materia, tanto modernos como de antigüedad.
Michael Grant,
historiador y experto en antigüedades clásica señalo: “Si, como debemos,
aplicamos al Nuevo testamento el mismo criterio que debemos aplicar a
otros escritos antiguos que contienen información histórica, no podemos
rechazar la existencia de Jesús, así como no podemos rechazar la
existencia muchísimos personajes paganos cuya historicidad nunca se pone
en duda.
Rudolf Bultman,
profesor de estudios del Nuevo Testamento, dijo: “La duda de si Jesús
realmente existió carece de fundamento y no vale la pena discutir sobre
ello. Nadie puede cuestionar que Jesús fundo el movimiento histórico
cuya etapa inicial más característica fue la comunidad primitiva
Cristiano de Palestina”
Vill Durant,
Historiador, escritor y filósofo, afirmo: “Que unos pocos hombres
sencillos (escritores del evangelio) hubiesen podido, en una
generación, haber inventado una personalidad tan poderosa y atractiva,
una ética tan elevada y una concepción tan confortadora de la hermandad
humana, sería un milagro mucho más increíble que cualquier de los
consignado de los Evangelios”.
Albert Einstein,
físico alemán de origen judío, declaro: “aunque soy judío, la figura del
Nazareno me resultas fascinante”. Cuando se le pregunto si consideraba
a Jesús un personaje histórico, respondió: “! Por supuesto! Nadie puede
leer los evangelios sin sentir la presencia de Jesús. Su personalidad
palpita en cada palabra. Ningún mito tan lleno de vida”.
A Tácito s
ele considera como uno de los grandes historiadores de Roma Antigua. Sus
obra Anales trata de la historia del imperio romano desde el año 14
hasta el 68 (Jesús murió en el ano 33). Tácito escribió que el gran
incendio que desvastó la cuidad de roma en el año 64 se atribuyó al
emperador Nerón, pero Nerón culpo del incendio a los cristianos “para
acabar con los rumores”. Luego añadió: “aquel de quien tomaba el nombre,
Cristo había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador
Poncio Pilato” (Anales XV, 44).
En su obra Vida de
los césares, el historiador romano Suetonio narró los sucesos
acontecidos en los reinado de los primeros once emperadores romanos. En
la sección dedicada a Claudio, hizo referencia a unos disturbios que
surgieron en los judíos de Roma, tal vez provocados por disputas a causa
de Jesús (hechos 18: 2). Suetonio escribió: “puesto que los judíos
constantemente causaban disturbios por instigación de Cresto (Cristo),
El (Claudio) los expulso de roma” (Divino Claudio, XXV. 4). Aunque culpo
erróneamente a Jesús de generar disturbios, Suetonio no dudo de su
existencia.
Plinio el
joven fue escritor y gobernador de Bitinia (Actual Turquía). En una
carta que envió al emperador roma Trajano, Plinio le pregunto cómo debía
tratar a los cristianos. Le dijo que había intentado obligarlo a renegar
de su fe y que había ejecutado a todos los que se negaron a hacerlo.
Agregó: “Quienes repitieron conmigo una invocación a los dioses
(paganos) y ofrecieron ritos religiosos con vino e incienso delante de
tu estatua y maldijeron a Cristo pensé apropiado absolverlos” (Plinio el
joven, cartas Libro X, XVCI).
Flavio Josefo,
historiador y sacerdote judío, escribió que Anás, sumo sacerdote que
continúo ejerciendo muchas veces influencia política, hizo los
siguientes: “Reunió el sanedrín (el tribunal supremo judío). Llamó a
juicio al hermano de Jesús que se llamó Cristo: su nombre era Jacobo (o
Santiago) Antigüedades judías XX, 200)
El Tamud
colección de escrito rabínico judíos, que data de los siglos tercero a
sexto, muestra que hasta los enemigos de Jesús confirmaron su
existencia, un pasaje dice que en “La pascua, Yeshu (Jesús) el nazarenos
fue colgado”, dato que es históricamente correcto (El Talmud de
Babilonia, Sanedrín 43 a, según la lectura del códice de Múnich; vea
Juan 19:14-16). En otro declara lo siguiente: “Que no tengamos hijo ni
discípulo que se deje estropear en público como el Nazareno” título con
el que se solía llamar a Jesús (El Talmud de Babilonia, Berajot 17 b.
nota, según la lectura del códice de Múnich; Vea Lucas 18:37).
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