Manuel
Arsenio Ureña es nativo del paraje Guama, de San José de las Matas y, de
acuerdo a su criterio, él es fruto de la oportunidad que le dio la
sociedad y que ha sabido aprovechar gracias, de manera fundamental, a
los ejemplos que le dieron a él y cinco hermanos sus padres Augusto
Ureña y Dilia Guzmán.
Allí
asistió a la escuela hasta el cuarto de la primaria pero, para recibir
clases, todos los días tenía que caminar, descalzo, alrededor de siete
kilómetros. Fue una época que la recuerda como de “pobreza extrema”,
situación que era enfrentada con una jornada de trabajo de 12 horas de
don Augusto, devengando un salario de 20 centavos diarios, mientras doña
Dilia se dedicaba a la siembra en un pequeño conuco.
Recuerda
Arsenio Ureña que la falta de recursos económicos en la familia era tal,
que la forma más común de mitigar el hambre era comiendo verdolaga,
yerba silvestre de mucha abundancia en los campos, utilizada mayormente
para la crianza de cerdos. Reveló que, a pesar de la comodidad económica
en que ahora se desenvuelve “de vez en cuando me como un plato de
verdolaga, que todavía me sabe a buena comida”.
Esa
primera etapa de su existencia, en que se puso los primeros zapatos
cuando tenía ocho años, lejos de provocar trauma en él y sus hermanos,
los preparó para enfrentarse a las dificultades que encierra la vida,
hasta convertirlo en un exitoso empresario, modelo de su clase y orgullo
de la provincia de Santiago.
Evocando
aquellos tiempos, con la voz trunca por la emoción y los ojos
cristalizados por las lágrimas, Don Manuel abrió su corazón ante el
reducido auditorio, para decir que fue esos calzados se lo prestaron a
esa edad, para hacer la primera comunión, para lo que tuvo que caminar
12 kilómetros, de Guama a Jánico.
Don Manuel Arsenio Ureña y su esposa Camelia, junto a varios de los
jóvenes auxiliados por "Acción Callejera".
Ahora,
tras los años transcurridos, Arsenio Ureña solo encuentra una aplicación
de que su familia lograra superar esa prueba de pobreza extrema: el que
cada día de entonces, al levantarse y acostarse, ellos encomendaban sus
acciones a Dios.
Así lo
confesó el propio Arsenio Ureña a un grupo de niños, jóvenes y
adolescentes socorridos por la institución “Acción Callejera” en esta
ciudad, con quienes compartió ayer al asistir a su local, donde se
bendijo un comedor que él donó, para que esa entidad ofrezca mejor
servicio a los necesitados.
El
conocido empresario (que prefiere se le denomine como comerciante) narró
a grandes rasgos su vida, desde su infancia hasta el presente. Lo hizo
para decirles con hechos a sus interlocutores de la ocasión, que se
puede llegar a la cúspide económica y social, sin importar el origen
humilde ni el lugar donde se haya nacido.
En sus
años de adolescencia, asegura que montando “al pelo” un burro era muy
feliz y lamenta que la juventud de hoy solo halla la felicidad “si sus
padres le compra un carro del año, lo que se produce como consecuencia
del desarrollo, pero que para mí es una pena, ya que los apartamentos,
casas lujosas y vehículos pueden proporcionar satisfacción”.
INICIO DE
SU FORTUNA
A la edad
de 14 años, su hermano mayor, proveniente de la primera esposa de su
madre, llamado Toribio y quien se había establecido en esta ciudad con
una pulpería en la avenida Valerio con 16 de Agosto, lo trajo a trabajar
con él.
Allí
trabajaba de lunes a sábado de seis de la mañana a seis de la tarde y
los domingos hasta las 12 del mediodía. En la tarde dominical se
dedicaba a limpiar zapatos. Poco a poco logró guardar dinero hasta sumar
cinco pesos, con los que compró el ejemplar a Carlos Gallardo, criador
de esos animales en el sector La Joya.
Entonces
procedió a enviarlo el puerco a su madre que vivía con su padre y
hermanos en el campo y allí lo alimentaron de forma tal que luego lo
vendió por una buena cantidad de dinero, suficiente para reinvertirla en
la adquisición de otros puercos, hasta acumular la cantidad necesaria
para iniciar un negocio más organizado.
En el
encuentro con los jóvenes de “Acción Callejera”, Don Manuel dijo con
orgullo que, de su caja de limpia botas comenzó a forjarse lo que hoy se
conoce como “Manuel Arsenio Ureña, C. por A.”.
Su inicio
oficial como comerciantes fue el 13 de octubre de 1962, con un colmado
en el barrio Baracoa y el 31 de diciembre de ese año fue el cierre del
ejercicio fiscal de la compañía que fundó con su esposa Camelia
Rodríguez de Ureña y, desde entonces, no ha dejado de cumplir con el
pago de los impuestos “contrario a lo que hacen algunos pudientes, que
evaden esa responsabilidad, lo que mi familia nunca ha compartido”.
Desde
hace 45 años, la familia cimentada por Arsenio Ureña, completada por
cinco hijos (cuatro varones y una hembra) ha podido desarrollar varias
empresas, suficientes como para tener una empleomanía de más de mil
servidores. Cuenta que una vez puso en marcha un plan de dotar de casas
a los empleados y tuvo problemas, hasta el extremo que lo tildaron de
comunista.
Don Manuel Arsenio Ureña, presidente de la empresa que
lleva su nombre y de entidad comercial “Camelia Agroindustrial”, también
se ha destacado como líder empresarial, siendo miembro fundador de la
Asociación de Mayoristas en Provisiones de Santiago (AMAPROSAN), de la
Asociación de Comerciantes e Industriales de Santiago (ACIS), del Plan
Sierra y del consejo de directores de la Corporación del Acueducto y
Alcantarillado de Santiago (CORAASAN).
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